El origen del turrón de Doña Pepa no es dulce, proviene de la tragedia de una esclava negra de Cañete, doña Josefa Marmanillo, quien en el siglo XVIII, azotada por intensos dolores, habría recurrido a la fe que tenía en el Señor de los Milagros para aliviar sus males. En agradecimiento, preparó un colorido dulce y lo ofrecía a los feligreses en las procesiones de octubre. Así, en la Lima de ese entonces, hasta los virreyes buscaban como un tesoro el turrón de Doña Pepa, como todos conocían y llamaban a la señora Marmanillo.
La receta era una adaptación del turrón de Alicante traído por los españoles, hecho a base de una masa de almendras, avellanas o nueces, todo mezclado con miel y azúcar. En cambio, el peruano es más harinoso y cortado en palotes largos antes de hornearse.
Hace 80 años, luego de arribar a Lima, los esposos ítalo-croatas Elia Hernándo y Guillermo Tomasevich, seducidos por esta fusión criolla, decidieron rescatar la receta de doña Josefa, pero utilizando una masa especial de harina pastelera, manteca de chancho, achote, anís y ajonjolí tostado, para elaborar los bloques de galleta que hasta ahora sus legatarios del restaurante Elia dejan reposar 8 horas antes de llevarlos al horno.
EN EL SIGLO PASADO
"Luego, estos bastones crocantes son bañados con un almíbar casero que ha hervido seis horas y que está preparado a base de piña, durazno, manzana, membrillo, higo, chancaca y clavo de olor. Los caramelos de colores que se esparcen como chispas sobre la capa de miel son hechos a pedido", explica María Isabel Bonifaz Tomasevich, nieta de doña Elia y heredera de su pasión para elaborar dulces y pastas.
Si bien hoy el turrón de Doña Pepa ha dejado de ser exclusividad de octubre, la tradición no se pierde y el mes morado también es el mes de esta delicia.
La receta era una adaptación del turrón de Alicante traído por los españoles, hecho a base de una masa de almendras, avellanas o nueces, todo mezclado con miel y azúcar. En cambio, el peruano es más harinoso y cortado en palotes largos antes de hornearse.
Hace 80 años, luego de arribar a Lima, los esposos ítalo-croatas Elia Hernándo y Guillermo Tomasevich, seducidos por esta fusión criolla, decidieron rescatar la receta de doña Josefa, pero utilizando una masa especial de harina pastelera, manteca de chancho, achote, anís y ajonjolí tostado, para elaborar los bloques de galleta que hasta ahora sus legatarios del restaurante Elia dejan reposar 8 horas antes de llevarlos al horno.
EN EL SIGLO PASADO
"Luego, estos bastones crocantes son bañados con un almíbar casero que ha hervido seis horas y que está preparado a base de piña, durazno, manzana, membrillo, higo, chancaca y clavo de olor. Los caramelos de colores que se esparcen como chispas sobre la capa de miel son hechos a pedido", explica María Isabel Bonifaz Tomasevich, nieta de doña Elia y heredera de su pasión para elaborar dulces y pastas.
Si bien hoy el turrón de Doña Pepa ha dejado de ser exclusividad de octubre, la tradición no se pierde y el mes morado también es el mes de esta delicia.
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